Los miedos infantiles no
son fáciles de explicar y las situaciones en las que aparecen son
innumerables. Con demasiada frecuencia el tema preocupa a las madres y
padres al ver la angustia del niño/a y no encontrar una solución eficaz
y rápida, puesto que se presentan incluso en los niños/as más
protegidos, mantenidos fuera de amenazas y peligros.
Pero, ¿qué es el
miedo? ¿a qué se deben esos miedos?¿qué se recomienda en esos casos?
El miedo es una
respuesta normal y natural ante amenazas reales o imaginarias. Son reacciones
que los niños expresan ante cambios bruscos, ruidos inesperados, temor a
separarse de las figuras protectoras,...
Los miedos más
comúnes serían:
-
El miedo a la noche, a la oscuridad y las tormentas.
-
El miedo a las pesadillas.
-
El miedo a los monstruos y otros seres imaginarios.
-
El miedo a los animales.
-
El miedo a lo desconocido.
-
Los miedos personales y en sociedad.
Sin
embargo, podemos considerar que los miedos infantiles tienen elementos beneficiosos
para su supervivencia ya que preparan al organismo para reaccionar ante una
situación vivida como peligrosa. La mayoría de las
respuestas del niño/a consisten en llorar, gritar y agitarse intensamente con lo
que llaman nuestra atención y soluciona el conflicto. Por ejemplo, si una
noche está acostado/a y de repente se enciende una luz intensa, como la de unos
fuegos artificiales, gritará, llorará y posiblemente saldrá corriendo en busca
de sus padres. Si hubiera sido un fuego de verdad esa reacción le podría salvar
la vida.
Ahora
bien, su utilidad no siempre nos tranquiliza. Nuestro problema se incrementa
cuando no se calma a los pocos minutos o cuando no se acostumbra a determinados
estímulos que son habituales. Es un motivo importante para saber cómo actuar
ante los miedos. Hemos dicho que los
miedos son naturales y universales. Pero esto no quiere decir que no cambien,
que no evolucionen y que no se puedan superar. Se debe fomentar la prevención
y superación de los miedos, así como el comportamiento prudente ante
situaciones peligrosas. El niño/a no debe tener miedo a las escaleras, pero si
ser prudente al bajarlas.
Como
recomendaciones generales ante la aparición de miedos, podríamos
destacar las siguientes; mantener una actitud de serenidad y diálogo, nunca
reírse de ellos, ni ridiculizarlos, ni amenazarlos, ni asustarlos más para que
obedezcan.
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