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martes, 10 de abril de 2012

Los miedos infantiles

Los miedos infantiles no son fáciles de explicar y las situaciones en las que aparecen son innumerables. Con demasiada frecuencia el tema preocupa a las madres y  padres al ver la angustia del niño/a y no encontrar una solución eficaz y rápida, puesto que se presentan incluso en los niños/as más protegidos, mantenidos fuera de amenazas y peligros.



Pero, ¿qué es el miedo? ¿a qué se deben esos miedos?¿qué se recomienda en esos casos?
El miedo es una respuesta normal y natural ante amenazas reales o imaginarias. Son reacciones que los niños expresan ante cambios bruscos, ruidos inesperados, temor a separarse de las figuras protectoras,...
Los miedos más comúnes serían:
-          El miedo a la noche, a la oscuridad y las tormentas.
-          El miedo a las pesadillas.
-          El miedo a los monstruos y otros seres imaginarios.
-          El miedo a los animales.
-          El miedo a lo desconocido.
-          Los miedos personales y en sociedad.
Sin embargo, podemos considerar que los miedos infantiles tienen elementos beneficiosos para su supervivencia ya que preparan al organismo para reaccionar ante una situación vivida como peligrosa. La mayoría de las respuestas del niño/a consisten en llorar, gritar y agitarse intensamente con lo que llaman nuestra atención y soluciona el conflicto. Por ejemplo, si una noche está acostado/a y de repente se enciende una luz intensa, como la de unos fuegos artificiales, gritará, llorará y posiblemente saldrá corriendo en busca de sus padres. Si hubiera sido un fuego de verdad esa reacción le podría salvar la vida.
Ahora bien, su utilidad no siempre nos tranquiliza. Nuestro problema se incrementa cuando no se calma a los pocos minutos o cuando no se acostumbra a determinados estímulos que son habituales. Es un motivo importante para saber cómo actuar ante los miedos. Hemos dicho que los miedos son naturales y universales. Pero esto no quiere decir que no cambien, que no evolucionen y que no se puedan superar. Se debe fomentar la prevención y superación de los miedos, así como el comportamiento prudente ante situaciones peligrosas. El niño/a no debe tener miedo a las escaleras, pero si ser prudente al bajarlas.
Como recomendaciones generales ante la aparición de miedos, podríamos destacar las siguientes; mantener una actitud de serenidad y diálogo, nunca reírse de ellos, ni ridiculizarlos, ni amenazarlos, ni asustarlos más para que obedezcan.
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